Saturday, March 15, 2008

Un palacio de amor noche adentro

Un palacio de amor noche adentro

Sin haber nunca imaginado, que ese hombre con los ojos de perro triste, me miraría de ese modo, me quede mirándolo también a los ojos.
Parecía cansado, necesitando una caricia en esa cabeza y despoblada y lustrosa, me sentí tentada de reírme de mi ocurrencia. Pero no me reí >

Su mirada vagaba en puntos lejanos, me extendió la mano y sin mirarme se presento.
El silencio… no se cuanto tiempo duro. Pero de pronto sentí la necesidad de sentirme
amada, y ese deseo que había comenzado pequeñito, creció rápidamente, ocupando todos mis pensamientos, subiendo enormes escalinatas hacia el cielo, imaginando un mundo en las estrellas, de la mano, de un hombre perdido en la soledad.

Me imagine caminando a la orilla de un río, queriendo atrapar el agua que se llevaba la corriente; pensé en un arroyo de aguas quietas y diáfanas, pero se me escurrían de los dedos ríos y arroyos y nada podía hacer para retenerlos.

Seria bueno si pudiera convertir en fuego todo este amor que ya siento, por el pobre hombre de los ojos tristes. Una hoguera luminosa y ardiente que calentara el frío de sus manos. Me quede mirando las flores de un jardín, y una tibieza de rosas de terciopelo, se trepo por mi sangre. Las glicinas inundaron de cielo la primavera
Pero quise tocar las llamas de la hoguera, y me queme las manos.
Tal vez porque el fuego era caliente como el sol, me acorde del mar, y de los castillos de arena.
Pero ahora el mar estaba lejos, muy lejos, y los castillos de arena se deshacen con las olas, pero sin embargo en mi imaginación comencé a construir torres y columnas, pasillos, y cúpulas. Pero al atardecer el viento me echo arena en los ojos, y sentí una pena inmensa que me lleno de lágrimas.

Si,.. Se necesita un material más sólido que los sueños, para construir un amor.
Abandone la desierta playa y me fui a la montaña, me senté en la cima y en voz alta, comencé a describir con palabras al hombre que había en mi imaginación.
Pero nadie me podía oír, y cuando el hombre de los ojos tristes, cansado de mi irrealidad
se quedo en silencio, yo quise construir con palabras un palacio con paredes de letras, sólidos muros repletos de libros de poemas y cuentos
Pero con el silencio, el palacio de palabras se deshizo. Llego el anochecer, agotados todos los recursos, no se agotaba sin embargo el deseo de ese loco y desesperanzado amor.

Al final, cerré los ojos, y suavemente me dormí, entre los imaginarios brazos. Soné.
Soné con un jardín, con muchos jardineros cultivando plantas y flores, llenaban de pequeñas piedras blancas las canteras. Soné los sueños de todos los que aman, los cantos de todos los tristes, y el amor surgiendo de la tierra como un árbol creciendo, llenando el espacio de colores, de fragancias.
Vi también la sombra de un palacio, sobre las piedras, la figura vencida de la sombra de un hombre, en la luna, alejándose. La luna que había tenido tiempo de ocultarse varias veces entre las nubes… Noche adentro.
Y desperté.
Carmen Passano

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