Wednesday, January 21, 2009

Ser escritora…


Me senté a reflexionar, ahí es donde me pierdo…

Si, porque uno se sienta convencida de escribir algunas ideas en frente del ordenador, con la ilusión de tener algunas horas, para dar rienda suelta a la imaginación. Pero al reflexionar, pensamos que primero miraríamos el correo, y eso nos lleva unas horas, contestar, eliminar, luego, bueno un cafecito no nos vendría mal.
Entonces sentimos el cansancio, y las letras como mariposas de colores en un tablero, se quedan ahí clavadas, sin vida.

Como todos, me imagino escribimos, o imaginamos escribir en todas partes, mientras caminamos por la calle, en la cocina, en la cama al no poder dormir, cosas bellísimas que después no podemos recordar o que al querer plasmarlas en letras, se nos vuelven tontas, fuera del nivel que queremos y terminan en el cesto de a basura.
Y como la primera mentira es la realidad, la realidad no parece cierta, y entonces nos ponemos a soñar irrealidades.
Querer ajustarse a un estilo, a una métrica, es asesinar la inspiración y
encarcelarla a prisión perpetua.

Cuando nos enamoramos, o cuando perdemos el amor, cuando la muerte de seres queridos o de cosas valiosas a nuestro bagaje existencial, escribimos los mas bellos poemas. Como también le pasa a exiliados o inmigrantes que terminan siendo apasionados escritores.
Escribir para suplir lo que nos falta en la realidad, es querer llenar el vacio con la imaginación. Al perder el paraíso Adán y Eva, habrán querido contar su historia.
Hablar de la literatura, es hablar de la vida, el dolor y el amor y también de la felicidad. Un puñado de palabras nos libera de lo que nos atormenta.

Recuerdo el primer cuento que escribí y me fue publicado, “El Sr. Peré. Es un cuento para mi tan completo, lo adoro y se que ha gustado mucho.
Tiene el carácter psicológico de los dos únicos personajes, la descripción del ambiente, paisajes y reflexiones de vida, como metáforas que uno va sacando de aquí y de allá de la vida misma, de lo que se leyó y de algo que nos quedo de alguien que conocimos. Me ofrecieron hacer una obra experimental de teatro, pero no supe hacer la adaptación, y ahí quedo en un proyecto.
A veces uno se enamora de un personaje, y así entre un romance con la señora Malena y el Sr. Pere, de manera que a veces me encuentro tratando de revivirlos. De donde los saque? Malena, es un poco mi historia, no tal cual por supuesto, una mujer que vino a un país de inmigrante con su familia, y en su madurez se encuentra sola con sus recuerdos.
El Sr. Peré un viejo solitario, que vino con muchos sueños y una esposa, dispuesto a formar una familia en una tierra nueva, pero la esposa se volvió a su país y el se quedo a cumplir sus objetivos, sin el empuje de su mujer, ya que ella le pidió el divorcio para casarse con otro.
Al final se conocen, un día cualquiera y se hacen amigos, solo por charlar y compartir una taza de te en los atardeceres, pero un día el desgarbado anciano desaparece, no vuelve a la casa de Malena.
Ella se queda con su soledad, su vajilla de loza, su blanco mantel bordado, mirando pasar los barcos que van hacia el mar. Mientras en su taza, se enfría el te, pensando que habrá sido, de el Sr. Pere.
Una tarde tomando mi te en una pasticeria alemana, pensando en esos personajes, se me dio por imaginar, que por la puerta entraba ese perdido amigo de mi cuento. Le pregunte por su vida y después de una breve charla, lo vi alejarse, para dejar a la Sra. Malena nuevamente en su soledad…

Podemos jugar con los personajes. Es nuestro derecho, son hijos que creamos, esas vidas imaginadas, ocultas, el oscuro hermano gemelo de nuestro yo.
Un novelista es alguien que oye voces internas, que le dictan destinos, nos parecemos un poco a los niños, que hablan con un personaje imaginario, o tal vez a los locos. Bendita locura, que si fuera mala ya no existiría.
También podemos decir lo que las conveniencias niegan y lo que callan.
Somos fabuladores, a veces como un don y otras como un castigo.
Vemos flotar un tronco en el río y nos imaginamos aferrados a ese tronco creando una historia, con finales imprevistos, perdiéndonos de la realidad.
Eso me sucede siempre. A veces mis hijos, me piden que pise el suelo y que me deje de imaginarme cosas.

Pero una de estas imaginaciones puede terminar siendo un cuento o una historia, lo más probable que termine todo en una ensoñación, y la historia con una tijera de podar, al querer llevarla al papel.
Carmen Passano.